La ansiedad y la
depresión son respuestas afectivas que sirven a importantes funciones de
adaptación. Sin embargo, la recurrencia, la persistencia y la intensidad de
estas respuestas pueden dificultar el funcionamiento psicosocial y fisiológica
del individuo. En los niños, la ansiedad y la depresión en niveles elevados acarrean
dificultades en su rendimiento escolar y en las relaciones sociales.
Se han propuesto
diferentes factores para explicar la presencia de síntomas de ansiedad y
depresión: Los rasgos de personalidad; definen una tendencia global y general a
experimentar la vida de modo predominante positivo o negativo. Otro factor
asociado a la sintomatología de ansiedad y depresión consiste en la forma en la
que los individuos responden a la emoción generada por diferentes eventos.
En una investigación
publicada en la revista Avances en Psicología Latinoamericana realizada por el
CNICT de la Universidad Nacional de Mar de Plata en Argentina. Se encontró que
los niños y las niñas de 9 a 13 años que presentan dificultad en expresar sus
sentimientos, emociones y/o experiencias vividas, aislarse del entorno creando
por consecuencia complicaciones para establecer relaciones sociales, y al presentarse
lo anterior de manera frecuente y disfuncional está relacionado con síntomas de
ansiedad como de depresión.
Como recomendación el fomentar
la regulación emocional en los niños y las niñas para la prevención de los síntomas
de ansiedad y depresión.
Al promover los
sentimientos aceptación, admiración, afecto, empatía, simpatía, tolerancia,
entre otros que benefician al desarrollo funcional permite manejar la ansiedad
y la depresión en los niños y las niñas, se ha demostrado que esto influye en
el desarrollo de competencias personales, potencian la salud, la resilencia
psicológica y vuelve a los individuos mas capaces de implementar recursos de
afrontamiento efectivos para experiencias negativas, ya que las transforma de
amenazantes en manejables.
Evitar las
estrategias para reprimir a las expresiones emocionales y conductuales como el silenciar,
ignorar, amenazar, humillar, golpear, anular los sentimientos y pensamientos
presentes se asocia a consecuencias contraproducentes para el desarrollo del
infante.
Aceptar las
experiencias emocionales displacenteras como el estrés, la frustración, la
angustia existencial, decepción, el desencanto, enojo, inconformidad, vulnerabilidad,
entre otras… es completamente natural, ya que los lleva a enfrentarse a sí
mismos a desarrollar la capacidad de enfrentar su entorno.
Enseñar a los niños y
a las niñas a cuestionar su propio pensamiento, por consecuencia va a generar
seguridad personal y aprenderá a establecer límites funcionales para su desarrollo.
Haz una cita con tu psicólogo(a)
para fortalecer las estrategias para la regulación emocional y de conducta.
Bibliografía:
Andrés, M. L., Canet,
L., Castañeiras, c.e. & Richaud, M. C. (2016). Relaciones de la regulación
emocional y la personalidad con la ansiedad y depresión en niños, Avances en Psicología
Latinoamericana, 34(1), 99-115. Doi: dx.doi.org/10.12804/apl34.1.2016.07
Muñoz, M. E. (2016).
Emociones, sentimientos y necesidades. Una aproximación humanista, ITACA, CDMX,
México.