La violencia familiar
se conoce también como violencia doméstica o intrafamiliar y se comprende como
cualquier acto u omisión ejecutado por personas que cohabitan y que causan
heridas a otro miembro de la familia, las cuales incluye el maltrato infantil y
las agresiones entre los miembros de la pareja sexual.
Desde la
perspectiva de un niño, el maltrato recibido de sus padres o cuidadores
constituye un tipo de violencia directa, por ejemplo el utilizar medidas disciplinarias
violentas, mientras que ser testigo de la violencia entre padres o cuidadores
conforman un tipo de violencia indirecta.
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) define maltrato
infantil como:
“Los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18
años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual,
desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o
puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en
peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad,
confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a
veces entre las formas de maltrato infantil.”
La violencia
familiar produce problemas en el ajuste conductual, social y emocional o psicológico,
indicando que las personas que son víctimas de violencia presentan un mayor
riesgo a presentar síntomas de depresión y ansiedad.
Ser testigo de
la violencia de los padres durante la niñez llega a generar depresión, baja
autoestima y síntomas traumáticos en la edad adulta. Los niños constantemente
maltratados tienen el riesgo de desarrollar problemas psicopatológicos como: Trastorno
bipolar, esquizofrenia, distimia, fobias, trastorno estrés postraumático, entre otros… sin embargo, los que reciben
maltrato intermitente desarrollan problemas emocionales como: ansiedad y depresión.
El maltrato también
produce secuelas en el comportamiento social al mostrar conductas donde infringen
las reglas sociales y de otras personas, trasgreden los derechos de los demás,
quiebran objetos de otras personas, de lugares públicos, golpean, se pelean o
agreden a personas, hacer bromas pesadas y se niegan a realizar tareas
encomendadas.
Vivir experiencias
de violencia familiar afectan en el desarrollo cognitivo/intelectual, genera retraso
en el lenguaje, o bajo rendimiento escolar.
Los
adolescentes que son expuestos a prácticas disciplinarias violentas no sólo muestran
problemas emocionales y sociales, sino también en áreas de desarrollo como la toma
de decisiones, control de impulsos y las relaciones familiares.
La violencia
directa o indirecta produce efectos negativos en la salud mental de las víctimas, la depresión es la principal consecuencia más en común.
La prevención
de la violencia doméstica es un tema de carácter fundamental en el abordaje de
los problemas de conducta.
Puedes encontrar apoyo psicológico, social y legal en instituciones publicas y/o privadas de tu comunidad para la prevención de violencia familiar.
Fuente:
Armenta, M. F. y Gaxiola, J. C. (2008).
Consecuencias de la violencia familiar experimentada directa e indirectamente
en niños: depresión, ansiedad, conducta antisocial y ejecución académica.
revista mexicana de psicología, 25(2), 237-248.
Trastornos psicológicos: https://www.cpaaronbeck.com/psicologos-granada/trastornos-psicologicos.html
Trastorno antisocial de la personalidad: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/antisocial-personality-disorder/symptoms-causes/syc-20353928
Abuso infantil: